Por estos días abundan las entradas en los blogs, las opiniones y las conversaciones casuales sobre lo que fue Colombiamoda y su inmenso despliegue para cubrir una vez más todos o casi todos los frentes del sistema moda que se desarrolla en nuestro país. Una vez más, miles de personas rondaban los pasillos de los diferentes pabellones, se acomodaban en las escaleras para ver el desfile de turno, se programaban para las conferencias o sencillamente se paseaban dejando pasar el tiempo esperando, casi anhelando, disfrutar un poco de esa efímera y preciada fama registrada en alguna cámara a cuenta de sus looks extravagantes o recoger cualquier cantidad de publicidad que realmente desecharían a la primera oportunidad. Y cómo no hacerlo si en cada lugar tratan de seducirte con algo para que mires sus productos, estos productos que cada vez cuesta más diferenciar unos de otros y que terminan siendo una anécdota al final del día.
Fue aquí donde empecé a preguntarme si sólo era algo que me pasaba a mí: todo me parecía relativamente parecido, ni bueno ni malo sencillamente era algo que para mí ya había pasado, algo que ya había visto, simplemente no había novedad. Revisando varias publicaciones, me di cuenta que si no era un comentario generalizado sí se podía percibir, muy a pesar de los majestuosos montajes, las modelos, la iluminación y todo el cubrimiento mediático después de bajado el telón sólo quedaba un sinsabor: esa sensación de sentirnos quizá engañados, quizá ilusionados con algo que finalmente nunca pasó.
Y ¿entonces?
Pasados los días y terminada la fiesta, vuelve a estar manifiesta la necesidad absoluta de empezar a contar una nueva historia. Por muchas inspiraciones que haya, y así se demuestre con números el crecimiento del sector, hay que pensar también en las responsabilidades que lleva ser creativo: pertenecer a este sistema que parece enriquecerse de los egos y las apariencias, y proponernos ir mas allá. Lo que quedó evidenciado este año, por lo menos para mí, es que ya no es suficiente hacer ropa. El hecho de generar un producto de alto impacto como son las prendas de vestir tiene que dejar de tomarse a la ligera y debemos darnos cuenta cuan saturados estamos ya de información: de escuchar que es lo que debemos o no ponernos, como combinarlo, cuando llevarlo, solo una vez más para seguir siendo parte de un círculo vicioso que solo deja expuesta la superficialidad y la falta de rigor de muchos a la hora de hacer aproximaciones a la moda.
Como diseñadora, creo firmemente que el diseño es una de las herramientas más poderosas de cambio, pero también como muchos he visto lo perjudicial que llega a ser el poder cuando no se administra bien. Por lo tanto, está en nuestras manos encausarlo para generar los profundos cambios que ahora después de varias décadas siguiendo modelos nocivos a todo nivel son más que necesarios (el negocio de la moda si bien es uno de lo de mayor generación de PIB en el mundo, también es la segunda industria que más residuos y contaminación produce por no contar las múltiples violaciones humanitarias). Así pues, después de ver los daños que nosotros mismos hemos causado al solo tener como única meta la generación de capital y el consecuente crecimiento exponencial del mercado (craso error ya que un crecimiento exponencial así siempre tiene un punto de saturación), debemos empezarnos a plantear cómo remediarlo y cómo asumir la moda desde diferentes ángulos: menos consumistas tal vez, más conscientes indudablemente.
Es de esta manera que nos damos cuenta que, cada vez más, las prendas de vestir deberían ser simplemente una consecuencia, un tangible final después de abordar el sistema como un ciclo que pretende generar enriquecimiento, más no simplemente riqueza, que la ropa ya está hecha y es poco lo que podemos cambiar de sus arquetipos. A menos que mutemos no tiene sentido una manga más para las camisas, pero lo que sí podemos cambiar, y con esto transgredir los valores establecidos, es todo lo que está detrás que finalmente será lo que le dará valor a esto que cada día saquemos de nuestro armario, para que la moda deje de ser una reunión de flashes y superficialidad y se convierta en un paradigma y un antecedente de como desde el diseño se pueden lograr cambios maravillosos. No solo cambios estéticos, sino sociales, económicos, ecológicos pero sobre todo de mentalidad.
Desde dentro tenemos que empezar a sentir que somos motores de cambio, herramientas creativas y propositivas más que simples ornamentadores porqué si no estaremos invitados a un deja vú constante de propuestas visuales que se diluirán entre sí y que no lograran una real trascendencia por haberse formulado en la tendencia.
コメント